David, el rey y salmista venerado, atribuye sus palabras a la inspiración del Espíritu de Jehová. Este versículo subraya la creencia de que Dios se comunica activamente con la humanidad a través de individuos elegidos, impartiendo Su sabiduría y guía. La frase "su palabra está en mi lengua" sugiere que las expresiones de David no son meramente suyas, sino que son divinamente inspiradas, reforzando la naturaleza sagrada de los mensajes transmitidos por los profetas y líderes en la Biblia.
Este concepto de inspiración divina es central para la comprensión de las escrituras en su conjunto, afirmando que la Biblia no es solo una colección de escritos humanos, sino un texto guiado divinamente. Brinda tranquilidad a los creyentes de que Dios está íntimamente involucrado en los asuntos de la humanidad, utilizando voces humanas para transmitir Sus verdades y directrices. Este versículo anima a los creyentes a confiar en el origen divino de las escrituras y a estar abiertos a las formas en que Dios podría hablar a través de otros hoy en día, recordándonos que la presencia y guía de Dios son siempre activas y presentes.