Los moabitas interpretaron erróneamente la vista del agua reflejando el sol rojo de la mañana como sangre, lo que les llevó a creer que las fuerzas aliadas de Israel, Judá y Edom se habían destruido entre sí. Esta suposición los impulsó a apresurarse hacia el campamento, esperando encontrar un botín fácil. Sin embargo, su error de juicio resultó en su derrota, ya que las fuerzas aliadas estaban muy vivas y preparadas para la batalla. Esta narrativa ilustra el peligro de sacar conclusiones basadas en las apariencias sin buscar una comprensión más profunda. También subraya el tema de la intervención divina, ya que Dios utilizó este malentendido para otorgar la victoria a los israelitas. La historia sirve como una advertencia sobre la importancia del discernimiento y los peligros de la sobreconfianza, recordándonos que las cosas no siempre son lo que parecen y que la sabiduría a menudo requiere mirar más allá de la superficie.
Y dijeron: Este es el sangre de los que han sido heridos; la han derramado, y han sido derrotados; ¡vamos, a tomar el botín!
2 Reyes 3:23
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