La voluntad de Dios para nuestras vidas incluye un camino de santificación, que significa ser hechos santos y apartados para Sus propósitos. Este proceso implica crecer en pureza y alinear nuestras vidas con Sus deseos. Un aspecto clave de la santificación es evitar la inmoralidad sexual, que se refiere a cualquier comportamiento sexual que esté fuera del diseño divino para las relaciones humanas. Esto incluye actividades sexuales premaritales y extramaritales, así como cualquier forma de explotación o impureza sexual.
Vivir una vida santificada no se trata meramente de adherirse a un conjunto de reglas, sino de cultivar una relación más profunda con Dios. Al buscar evitar la inmoralidad sexual, somos invitados a reflejar el amor y la pureza de Dios en nuestras interacciones con los demás. Este llamado a la santidad es tanto un viaje personal como comunitario, animándonos a apoyarnos mutuamente en vivir vidas que honren a Dios. Al abrazar la santificación, encontramos verdadera paz y plenitud, alineando nuestras vidas con la perfecta voluntad de Dios.