En este versículo, se describe la angustia en Israel como algo sin precedentes, marcando un periodo significativo de sufrimiento e incertidumbre. La comparación con el tiempo en que los profetas ya no aparecían subraya la profundidad de la crisis. Los profetas eran cruciales para guiar al pueblo, ofreciendo la sabiduría y dirección de Dios. Su ausencia dejó un vacío, llevando a sentimientos de abandono y confusión entre los israelitas. Este contexto histórico nos ayuda a entender la gravedad de la situación, ya que el pueblo enfrentaba amenazas externas y conflictos internos sin el consuelo de la guía profética.
El versículo también resalta la resiliencia de la comunidad, que navegó por este periodo desafiante. Nos recuerda la capacidad humana de soportar la adversidad y mantener la fe, incluso cuando la guía divina parece lejana. El anhelo por voces proféticas refleja un profundo deseo de conexión con Dios y una esperanza de renovación. Este pasaje anima a los lectores a reflexionar sobre sus propias fuentes de guía espiritual y la importancia de mantener la esperanza y la fe durante tiempos difíciles.