Y cuando pasó el mediodía, y ellos profetizaban hasta la hora de ofrecer el sacrificio, no había voz, ni quien respondiese, ni oyese oración alguna. Y danzaban alrededor del altar que habían hecho.

1 Reyes 18:29

Faithy explica

En esta escena dramática, los profetas de Baal se encuentran en un ferviente intento de invocar a su dios para que envíe fuego del cielo. A pesar de sus intensos y prolongados esfuerzos, no reciben respuesta alguna. Este silencio es significativo, ya que subraya la impotencia de los dioses falsos y la vacuidad de la adoración a ídolos. La narrativa prepara el escenario para que se revele el poder de Dios a través de Elías, quien demuestra que el Dios de Israel es el verdadero y viviente. Este pasaje desafía a los creyentes a reflexionar sobre dónde colocan su confianza y les anima a volverse hacia Dios, que siempre es receptivo y fiel. El contraste entre los gritos inútiles de los profetas y la eventual respuesta divina a la oración de Elías sirve como un poderoso testimonio de la soberanía y fiabilidad de Dios. Invita a los lectores a examinar sus propias vidas y considerar las fuentes de su esperanza y seguridad, instando a un compromiso más profundo con el Dios que escucha y responde.