La ascensión de Baasa al trono de Israel durante el tercer año del reinado de Asa en Judá marca un momento significativo en el periodo de la monarquía dividida. Israel y Judá, que alguna vez fueron un reino unido bajo David y Salomón, se habían dividido en dos entidades separadas. Baasa, hijo de Ahías, tomó el control y gobernó desde Tirza, una ciudad que en ese momento servía como la capital del reino del norte de Israel. Su reinado de veinticuatro años sugiere un nivel de estabilidad, aunque también estuvo marcado por conflictos continuos con Judá.
La era del reino dividido se caracterizó por luchas de poder frecuentes y alianzas cambiantes, tanto internas como con naciones vecinas. El gobierno de Baasa es un recordatorio de los desafíos que enfrentan los líderes para mantener la unidad y la paz. A pesar de los desafíos políticos y militares, la narrativa bíblica a menudo señala la importancia de la fidelidad y la rectitud en el liderazgo. La historia de Baasa, como muchas otras en la Biblia, sirve como una reflexión sobre las cualidades que hacen un gobierno efectivo y justo. Nos invita a considerar el papel del liderazgo en la formación de la dirección moral y espiritual de una comunidad.