El reinado de Salomón estuvo marcado por una prosperidad y sabiduría sin precedentes, pero su vida personal reflejó un defecto significativo. Amó a muchas mujeres extranjeras, lo cual iba en contra de las instrucciones dadas a los reyes de Israel. Estos matrimonios eran a menudo políticos, destinados a asegurar alianzas con naciones vecinas. Sin embargo, trajeron consigo las costumbres y prácticas religiosas de esos pueblos, que eran contrarias a la adoración del único Dios verdadero. Esto llevó a que el corazón de Salomón se apartara de Dios, ya que comenzó a adoptar y tolerar estas prácticas extranjeras. La historia sirve como una advertencia sobre los peligros de comprometer la fe y los valores por ganancias o relaciones mundanas. Recuerda a los creyentes la importancia de mantenerse fieles a sus convicciones espirituales y ser conscientes de las influencias que permiten en sus vidas. La experiencia de Salomón enseña que la sabiduría y el éxito pueden verse socavados por elecciones personales que nos alejan de Dios.
Pero el rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras, además de la hija de Faraón: a moabitas, a amonitas, a edomitas, a sidonias y a hititas.
1 Reyes 11:1
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