Este versículo presenta una verdad profunda sobre la naturaleza de la vida espiritual y su conexión con Jesucristo. Afirma que tener una relación con Jesús, el Hijo de Dios, es sinónimo de poseer la verdadera vida. Esta vida no se trata solo de la supervivencia física, sino que abarca una dimensión espiritual más profunda que incluye paz, alegría y esperanza eterna. El versículo implica que sin Jesús, uno se pierde esta experiencia espiritual tan profunda.
La idea de 'tener al Hijo' sugiere una relación personal e íntima con Jesús, caracterizada por la fe, la confianza y el compromiso. Es una invitación a abrazar a Jesús plenamente, reconociéndolo como la fuente de vida y salvación. Para los cristianos, esta relación es fundamental, impactando cada aspecto de sus vidas. Llama a los creyentes a examinar su fe y asegurarse de que sus vidas reflejen esta conexión vital con Cristo. Al enfatizar la necesidad de tener al Hijo, el versículo subraya el poder transformador de la fe en Jesús, ofreciendo una vida que trasciende lo temporal y alcanza la eternidad.