En su carta a los corintios, Pablo expresa su preocupación por la incapacidad de la iglesia para resolver disputas entre sus miembros. Les desafía preguntando si realmente no hay nadie lo suficientemente sabio para mediar en los desacuerdos. Esta pregunta retórica busca provocar reflexión y un sentido de responsabilidad dentro de la comunidad. Pablo no solo critica, sino que insta a los creyentes a reconocer la sabiduría y los recursos espirituales que poseen.
La iglesia primitiva debía encarnar las enseñanzas de Cristo, incluyendo la búsqueda de la paz y la reconciliación. Al manejar las disputas internamente, los creyentes demuestran su madurez y compromiso con vivir su fe. Este enfoque también protege el testimonio de la iglesia ante el mundo exterior, mostrando que los cristianos pueden manejar los conflictos con gracia y sabiduría. Las palabras de Pablo nos recuerdan que la sabiduría no se trata solo de conocimiento, sino de aplicar los principios de Dios a situaciones cotidianas, fomentando la unidad y la comprensión dentro del cuerpo de Cristo.