Pablo se dirige a la iglesia de Corinto, resaltando la unidad y consistencia del mensaje del evangelio que les ha sido predicado. Destaca que, ya sea él u otros apóstoles quienes hayan transmitido el mensaje, el contenido sigue siendo el mismo. Esta consistencia es crucial porque subraya la fiabilidad y la verdad del evangelio. Pablo quiere que los corintios comprendan que su fe se basa en un mensaje sólido y unificado sobre Jesucristo, que no depende del mensajero, sino de la verdad del mensaje mismo.
Esta afirmación también sirve para recordar a los creyentes que el poder del evangelio radica en su contenido, no en el carisma o la reputación del predicador. Al centrarse en el mensaje en lugar de en el mensajero, Pablo anima a los corintios a mantenerse firmes en su fe, sabiendo que está construida sobre las verdades fundamentales del cristianismo. Esta unidad en la predicación es un testimonio de la misión compartida de los apóstoles y de la verdad perdurable del evangelio que ellos proclaman.