Este versículo nos introduce a la línea de Benjamín, una de las doce tribus de Israel. Benjamín fue el hijo más joven de Jacob y Raquel, y sus descendientes jugaron un papel importante en la historia de Israel. La mención de sus hijos—Bela, Ashbel y Ahía—sirve como un registro genealógico, que es una característica común en el Antiguo Testamento. Estos registros eran cruciales para los israelitas, ya que mantenían la identidad y la herencia de las tribus.
Las genealogías en la Biblia a menudo destacan la fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus promesas a su pueblo. Cada nombre en la genealogía representa un eslabón en la cadena del pacto de Dios con Israel. La tribu de Benjamín, aunque pequeña, fue notable por producir figuras significativas como el rey Saúl y el apóstol Pablo. Este versículo nos recuerda la importancia de la familia y la herencia en el plan de Dios, y cómo cada individuo, sin importar su prominencia, contribuye al desarrollo de los propósitos divinos.