Este versículo ofrece una visión de los registros genealógicos de la tribu de Rubén, una de las doce tribus de Israel. Bela, un descendiente de Joel, es identificado junto con su linaje, lo que enfatiza la importancia de la herencia familiar en el contexto bíblico. Las regiones mencionadas—Aroer, Nebo y Baal-meón—fueron territorios significativos al este del río Jordán, donde la tribu de Rubén se asentó. Estos lugares formaban parte de la tierra asignada a la tribu al entrar en la Tierra Prometida. Comprender el contexto geográfico e histórico nos ayuda a apreciar la continuidad de las promesas de Dios a Su pueblo. La cronología de estos nombres y lugares sirve para afirmar la identidad y unidad de las tribus de Israel, recordando a los lectores el legado perdurable del pacto de Dios con Su pueblo. Este versículo, aunque aparentemente un simple registro, es parte de un tapiz más grande que cuenta la historia de la fidelidad de Dios y el cumplimiento de Sus promesas a los descendientes de Abraham.
Y Bela, hijo de Azaz, hijo de Sema, hijo de Joel, habitó en Aroer, y hasta Nebo y Baal-meón.
1 Crónicas 5:8
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