Este versículo forma parte de un pasaje más amplio que detalla la división de las funciones sacerdotales entre los descendientes de Aarón, el hermano de Moisés. Estas divisiones se establecieron para asegurar que los servicios del templo se realizaran de manera eficiente y justa. Cada familia recibió un orden específico, que determinaba cuándo debían servir en el templo. Este sistema de rotación de deberes permitía una distribución equilibrada de responsabilidades y aseguraba que todas las familias sacerdotales tuvieran la oportunidad de participar en el trabajo sagrado del templo.
La mención de Malquías y Mijamin señala los quinto y sexto órdenes, respectivamente, en este sistema organizado. Este método de organización refleja la importancia que se otorga al orden y la equidad en las prácticas de adoración. También subraya el aspecto comunitario de la adoración, donde diferentes familias e individuos contribuyen a la vida espiritual de la comunidad. Al involucrar a varias familias, el sistema promovía la unidad y la cooperación entre los sacerdotes, fomentando un sentido de propósito compartido y dedicación a sus deberes sagrados.